Salud Asdrúbal.
Ultimamente veo con preocupación un fenómeno que recorre Hispania y es la gran cantidad de protestas en las villas y ciudades. Una parte de la ciudadanía, a veces alentada por los mismos que tienen la obligación de legislar; toma la calle y protesta por decisiones de sus gobernantes, estos apesadumbrados por ésto o áquello, se desdicen de sus palabras y dan por erradas decisiones previas por no perder en favor de sus gobernados.
Ante estos sucesos y viendo que los votos no valen para nada ya que sólo valen las protestas, algo muy «democrático», no veo mejor solución que desterrar de la democracia de Hispania y que los ciudadanos no vuelvan a votar. Las decisiones sobre cualquier tema se deberían tomar según la gente que salga a la calle. Según tal o cual colectivo quiera hacer una ley pues a convocar a la civitas a la calle y por aclamación la ley sería efectiva.
Pero qué cantidad de gente sería necesaría para que eso fuera efectivo, 20 ciudadanos, 100 ó 10.000. Ese es el dilema, querido Asdrúbal, si se quiere contentar a todos, ¿qué cantidad es necesaría?, pues siempre habría alguien a disgusto con lo que reclama otro grupo de ciudadanos.
Ese es el dilema del gobernante, ser fiel a sus ideas, escasas en estos lúgubres días. O contentar a todos, cosa siempre improbable. Esa es la gran pregunta del millón de monedas de oro. Querido hermano, en Hispania, sobran ideas estúpidas y faltan hechos consecuentes. Los gobernantes legislan a golpe de protesta o de influencias, nunca a favor de sus principios, no seré yo quién diga que buenos o malos. No explican sus decisiones, dejan que el paso del tiempo arregle todo y el mal clima se diluya como una tormenta de verano.
Los mismos que deben legislar embrutecen el ambiente. Claman con grandiluencia que están en el templo de la Soberanía Popular, pero alientan protestas callejeras y no respetan las decisiones tomadas mediante voto, se ungen de ser la voz de la calle. Entonces por qué piden el voto cada cuatro años. Desechemos esta farsa y que gobierne la calle.
Los llamados partidos políticos quieren controlar todo y ese el gran problema. Vivimos en una partitocracia y no en una democracia.
Reflexiona Asdrúbal.
Tu hermano
Aníbal.